Cómo mantener la salud en invierno: Venciendo el frio
Cómo mantener la salud en invierno: Es difícil ignorar el hecho de que los alimentos de temporada nos alimentan desde el comienzo de nuestra evolución y, como resultado, nuestra salud depende en gran medida de una dieta que cambia con cada estación.
Tenemos evidencia convincente que sugiere que los microbios en el suelo, las plantas a las que se adhieren y los beneficios para la salud que nos ofrecen tanto los microbios como las plantas, están cambiando con cada estación. Examinemos algunos de estos beneficios estacionales.
Cómo mantener la salud en invierno: Consejos
Calor
Cada invierno, cuando el clima frío y seco enfría nuestros huesos, la naturaleza ofrece un aislamiento muy necesario en forma de alimentos ricos en proteínas y grasas. Vemos a las ardillas buscar nueces y semillas cada otoño e invierno con ese propósito exacto, para mantenerse calientes y aisladas.
Digestión fuerte
La cosecha tardía del otoño, que comemos durante todo el invierno, es rica en alimentos más densos como verduras de raíz, calabazas de invierno, verduras abundantes, granos, nueces y semillas. Todos estos alimentos son mucho más difíciles de digerir en comparación con los alimentos de primavera y verano, por lo que una digestión más fuerte es esencial. Como siempre, la naturaleza responde a la llamada aumentando con gracia la fuerza digestiva durante los meses de invierno. Durante los fríos meses de invierno, nuestros cuerpos intentan retener la mayor cantidad de calor posible. Cuanto más calor concentrado en el cuerpo, más fuerte será su fuego digestivo (agni), lo que le permitirá a su cuerpo descomponer fácilmente los alimentos densos del otoño y el invierno.
Un antídoto para la sequedad del invierno
El invierno es también una época muy seca del año. Esto se debe en parte al hecho de que el verano, que precede al invierno, también es muy seco en la mayoría de los lugares. Así, en la transición de un verano muy caluroso y seco a un invierno frío y seco, es la sequedad la que prevalece.
Si la sequedad del invierno no se mitiga con alimentos y actividades calientes, húmedas, pesadas y aceitosas, el cuerpo se secará. La piel seca puede ser solo un inconveniente menor del invierno, pero cuando la sequedad se infiltra en el tracto intestinal y respiratorio, puede causar una reacción en cadena de desequilibrios.
Cuando el tracto intestinal se vuelve demasiado seco, puede provocar intestinos lentos y secos, gases e hinchazón, y mayores niveles de toxicidad. Además, la pared intestinal es donde los investigadores creen que vive el 80% del sistema inmunológico del cuerpo, que puede verse comprometido cuando la piel intestinal se seca. Desafortunadamente, esto sucede con mayor frecuencia en el invierno, cuando más necesitamos nuestra inmunidad.
Cuando la piel que recubre el tracto respiratorio se seca, el revestimiento mucoso puede volverse hipersensible, forzando la producción de un exceso de moco. A medida que el cuerpo produce más mucosidad para combatir la sequedad estacional, el exceso de mucosidad puede convertirse en un caldo de cultivo para bacterias indeseables. Al igual que en los intestinos, la inmunidad óptima del cuerpo depende del equilibrio saludable de la producción de moco en los senos paranasales y los pulmones.
La naturaleza, una vez más, proporciona el antídoto contra la sequía del invierno de dos maneras poderosas:
- Durante los meses de verano, la cosecha es rica en frutas y verduras, lo que ayuda a mantener el cuerpo fresco y evita cualquier sequedad no deseada en el cuerpo por la acumulación del calor del verano.
- Luego viene la cosecha de otoño e invierno, que es rica en alimentos ricos en grasas que lubrican el revestimiento mucoso de los intestinos, los pulmones y los senos paranasales. Si se comen alimentos de temporada en verano, otoño e invierno, la inmunidad, que depende de un revestimiento mucoso saludable, estará preparada para defenderlo durante el largo invierno.
Desafortunadamente, pocos siguen estos principios simples y descubren que sus senos nasales se secan a fines del otoño, lo que los hace propensos a la sensibilidad a la histamina en el otoño y la eliminación lenta en el invierno. Cuanto más seco te vuelvas en el invierno, más mucosidad producirás en la primavera. Esto puede desencadenar otro ciclo de hipersensibilidad, dejando a su sistema inmunológico desprevenido para el clima húmedo que llega con la primavera.
Por: Dr. John Douillard, DC, CAP